Alrededor de los dos años de
edad, es frecuente que las y los menores despierten de su sueño nocturno
llorando y asustados. Con frecuencia, la reacción de los padres suele ser de
sorpresa y también de susto ¿qué le está pasando?.
Lo que le sucede, es algo muy
normal en esta edad: han aparecido las pesadillas y ése primer sueño se
manifiesta en la y el pequeño con agitación y gritos llamando a los padres.
A veces sucede, que cuando éstos
acuden a la habitación para transmitirle calma, el menor no los reconoce ¿qué le ocurre?, es la pregunta más
reiterante en los padres. A este suceso, ocurrido en una fase de sueño profundo,
es lo que se conoce como “Terror nocturno”.
Ambos casos –pesadilla/terror
nocturno-, son inofensivos y no tienen consecuencias físicas ni psicológicas.
La forma en que los padres deben enfrentarse a ellos y tratar de que las niños
y los niños vuelvan a conciliar el sueño, es fundamental.
¿Cómo se distingue una pesadilla del terror nocturno?
Las pesadillas aparecen con
frecuencia en el último tercio de la noche. En la llamada fase REM del sueño.
Por el contrario, los terrores nocturnos normalmente pasan en la fase NREM, es
decir, cuando el/la pequeña está más profundamente dormido y suelen suceder en
el primer tercio de la noche. El terror
nocturno, no es un sueño desde el punto de vista técnico, sino una súbita
reacción de miedo que tiene lugar durante la transición de una fase de sueño a
otra.
Cuando sufren pesadillas, se
calman ante la llegada de papá y mamá. Pero cuando sufre terror nocturno, la
reacción es muy distinta: No reacciona llamando a los padres y aunque esté
incorporado en la cama y con los ojos abiertos, no es consciente de la realidad
y su respiración y ritmo cardiaco puede ser acelerado, sufrir sudoración y
comportarse de manera muy alterada. A diferencia de las pesadillas, que se
suelen recordar, al día siguiente los niños no tienen ningún recuerdo del
terror nocturno porque estaban dormidos mientras ocurrió y no tienen imágenes
mentales que evocar.
Cuando un menor sufre terror
nocturno, es importante vigilarle para que no se haga daño con los objetos
cercanos, pero sin despertarle de manera brusca. Estos episodios, suelen durar
entre cinco y 10 minutos, después es probable que siga durmiendo con
normalidad. Por el contrario, tras una
pesadilla, el menor necesita sentirse seguro.
Las niñas y los niños de
alrededor de dos años, viven las pesadillas como algo real, y necesitan que sus
padres les aseguren que solo ha sido producto de su imaginación. Las niñas y
los niños que sufren terror nocturno, no son conscientes de nada y no va a
recordar nada de lo vivido durante la noche.
¿Por qué se producen?
Para las pesadillas, los
especialistas encuentran diversas causas, como por ejemplo el que el menor no
duerma las horas necesarias o que el pequeño esté viviendo alguna situación
estresante por algún cambio -aunque éste sea mínimo-, en sus rutinas. A veces,
también suceden porque han visto alguna escena que le ha impactado en la
televisión. En ocasiones aparecen con el nacimiento de un hermano, un cambio de
domicilio y/o discusiones entre los padres o divorcios.
Las pesadillas no se pueden
prevenir, lo único que podemos hacer es vigilar su entorno y mantener sus
rutinas fijas todo lo posible.
Sin embargo, para los terrores
nocturnos, todavía los especialistas siguen buscando causas. Aunque ya hay
profesionales que creen que hay una base genética importante para estos casos, pero lo cierto es que aún no
existe una explicación aceptada por todos los profesionales médicos que nos
aseguren qué tipo de causas los producen aunque se han descrito casos en los
que los niños estaban muy cansados, enfermos, tomaban un medicamento nuevo o
dormían en un entorno diferente al habitual.
Los terrores nocturnos son relativamente poco frecuentes, mientras
que prácticamente todos los niños tienen alguna pesadilla de vez en cuando. Los
terrores nocturnos son más frecuentes en
niños de entre cuatro y doce años, pero se han descrito algunos casos en niños
de solo 18 meses. Otro dato, es que parecen ser un poco más frecuentes en los
niños que en las niñas.
Un niño puede tener un episodio de terror nocturno aislado o
varios antes de que este tipo de episodios desparezcan por completo. La
mayoría de las veces los terrores nocturnos desaparecen solos conforme va
madurando el sistema nervioso.
Lo que sí sabemos, es que tanto
las pesadillas como los terrores nocturnos en los menores de dos años,
desaparecen poco a poco sin necesidad de una intervención de especialista. Y
que, en la mayoría de los casos, alrededor de los seis años de edad, dejarán de
sufrirlas.
¿Qué hacer cuando nuestra hija/o sufre pesadillas o terror nocturno?
Tras una pesadilla, los padres
deben calmar al pequeño y lograr que vuelva a conciliar el sueño de nuevo.
Deben mostrar paciencia, pues tras un episodio de pesadilla, el niño quedará
muy intranquilo y podrá tardar en dormirse de nuevo debido a la angustia que ha
sufrido.
Los especialistas nos recomiendan seguir estos pasos:
Preparar una silla junto a la cama, pero si el niño lo necesita,
sentarse en principio sobre la cama del menor, incluso apoyándose en el
cabecero si fuera necesario, para transmitir más seguridad al niño con la
cercanía del padre.
Explicarle con voz sosegada que todo ha sido un sueño y que nada ha
pasado en realidad, que los papás estaban durmiendo igual que él, y que siempre
están atentos a sus necesidades para acudir cuando él los llama.
Poco a poco, irse trasladando a
la silla pero de modo que el pequeño siga sintiendo la cercanía y la presencia
de la madre o el padre.
Por último, según los
especialistas, se debe ir retirando la silla progresivamente hasta que por fin
alcance la puerta. Mientras, la voz tranquila y reconfortante del padre o
madre, habrá conseguido calmar al pequeño para vuelva a reconciliar un sueño
tranquilo.
Si por la mañana el niño recuerda
la pesadilla, hay que intentar explicarle por qué ha sido irreal e intentar
darle un final feliz a su mal sueño. De este modo, el niño acabará por no
sufrirlas o, su reacción ante ellas será más tranquila.
Si estos episodios se repiten con
frecuencia, conviene repasar sus vivencias diarias para ver dónde pueda estar
la causa.
Cuando el niño sufre terror nocturno, además de acudir a su lado y
pese a lo mucho que puede alarmar a los padres, que suelen sentirse impotentes
al no poder consolar a sus hijos, una buena táctica ante un terror nocturno es esperar
pacientemente a que pase y asegurarse de que el niño no se hace daño al
agitarse. Generalmente los niños se tranquilizan y vuelven a la placidez del
sueño al cabo de pocos minutos.
Es mejor no intentar despertar al niño durante un terror nocturno.
Esos intentos no suelen funcionar y, en el caso de que funcionen, lo más
probable es que, al despertarse, el niño se sienta desorientado y confundido,
por lo que probablemente le costará más tranquilizarse y volver a conciliar el
sueño. Y al no recordar lo sucedido al día siguiente, no es necesario ni
siquiera mencionarles el tema, ya que para él, no ha existido.
No obstante, siempre es
aconsejable consultar estos episodios con su pediatra, sobre todo cuando:
·
El niño sufre alguna convulsión durante el
episodio, con rigidez o sobresaltos.
·
El episodio dura más de 30 m
·
El niño se muestra angustiado en sus actividades
diarias
Fuentes:
Kidshealth from Nemours
https://kidshealth.org/es/parents/terrors-esp.html
Babycenter
https://espanol.babycenter.com/a7400009/terrores-nocturnos-por-qu%C3%A9-ocurren-y-qu%C3%A9-hacer-al-respecto
Asenarco Asociación Española del
sueño
http://asenarco.es/terrores-nocturnos/
Muy saludable-Sanitas
http://muysaludable.sanitas.es/padres/sonambulismo-terrores-nocturnos-pesadillas/
Bebes y más
https://www.bebesymas.com/salud-infantil/parasominas-infantiles-terrores-nocturnos-en-los-ninos
MI bebé y yo
https://www.mibebeyyo.com/bebes/salud-bienestar/sueno/pesadillas-terrores-nocturnos-4332
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