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jueves, 2 de abril de 2020

PESADILLAS Y TERROR NOCTURNO


Alrededor de los dos años de edad, es frecuente que las y los menores despierten de su sueño nocturno llorando y asustados. Con frecuencia, la reacción de los padres suele ser de sorpresa y también de susto ¿qué le está pasando?.

Lo que le sucede, es algo muy normal en esta edad: han aparecido las pesadillas y ése primer sueño se manifiesta en la y el pequeño con agitación y gritos llamando a los padres.

A veces sucede, que cuando éstos acuden a la habitación para transmitirle calma, el menor no los reconoce  ¿qué le ocurre?, es la pregunta más reiterante en los padres. A este suceso, ocurrido en una fase de sueño profundo, es lo que se conoce como “Terror nocturno”.

Ambos casos –pesadilla/terror nocturno-, son inofensivos y no tienen consecuencias físicas ni psicológicas. La forma en que los padres deben enfrentarse a ellos y tratar de que las niños y los niños vuelvan a conciliar el sueño, es fundamental.

¿Cómo se distingue una pesadilla del terror nocturno?

Las pesadillas aparecen con frecuencia en el último tercio de la noche. En la llamada fase REM del sueño. Por el contrario, los terrores nocturnos normalmente pasan en la fase NREM, es decir, cuando el/la pequeña está más profundamente dormido y suelen suceder en el primer tercio de la noche.  El terror nocturno, no es un sueño desde el punto de vista técnico, sino una súbita reacción de miedo que tiene lugar durante la transición de una fase de sueño a otra.

Cuando sufren pesadillas, se calman ante la llegada de papá y mamá. Pero cuando sufre terror nocturno, la reacción es muy distinta: No reacciona llamando a los padres y aunque esté incorporado en la cama y con los ojos abiertos, no es consciente de la realidad y su respiración y ritmo cardiaco puede ser acelerado, sufrir sudoración y comportarse de manera muy alterada. A diferencia de las pesadillas, que se suelen recordar, al día siguiente los niños no tienen ningún recuerdo del terror nocturno porque estaban dormidos mientras ocurrió y no tienen imágenes mentales que evocar.

Cuando un menor sufre terror nocturno, es importante vigilarle para que no se haga daño con los objetos cercanos, pero sin despertarle de manera brusca. Estos episodios, suelen durar entre cinco y 10 minutos, después es probable que siga durmiendo con normalidad.  Por el contrario, tras una pesadilla, el menor necesita sentirse seguro.

Las niñas y los niños de alrededor de dos años, viven las pesadillas como algo real, y necesitan que sus padres les aseguren que solo ha sido producto de su imaginación. Las niñas y los niños que sufren terror nocturno, no son conscientes de nada y no va a recordar nada de lo vivido durante la noche.

¿Por qué se producen?

Para las pesadillas, los especialistas encuentran diversas causas, como por ejemplo el que el menor no duerma las horas necesarias o que el pequeño esté viviendo alguna situación estresante por algún cambio -aunque éste sea mínimo-, en sus rutinas. A veces, también suceden porque han visto alguna escena que le ha impactado en la televisión. En ocasiones aparecen con el nacimiento de un hermano, un cambio de domicilio y/o discusiones entre los padres o divorcios.

Las pesadillas no se pueden prevenir, lo único que podemos hacer es vigilar su entorno y mantener sus rutinas fijas todo lo posible.

Sin embargo, para los terrores nocturnos, todavía los especialistas siguen buscando causas. Aunque ya hay profesionales que creen que hay una base genética importante para  estos casos, pero lo cierto es que aún no existe una explicación aceptada por todos los profesionales médicos que nos aseguren qué tipo de causas los producen aunque se han descrito casos en los que los niños estaban muy cansados, enfermos, tomaban un medicamento nuevo o dormían en un entorno diferente al habitual.

Los terrores nocturnos son relativamente poco frecuentes, mientras que prácticamente todos los niños tienen alguna pesadilla de vez en cuando. Los terrores nocturnos son más frecuentes  en niños de entre cuatro y doce años, pero se han descrito algunos casos en niños de solo 18 meses. Otro dato, es que parecen ser un poco más frecuentes en los niños que en las niñas.

Un niño puede tener un episodio de terror nocturno aislado o varios antes de que este tipo de episodios desparezcan por completo. La mayoría de las veces los terrores nocturnos desaparecen solos conforme va madurando el sistema nervioso.

Lo que sí sabemos, es que tanto las pesadillas como los terrores nocturnos en los menores de dos años, desaparecen poco a poco sin necesidad de una intervención de especialista. Y que, en la mayoría de los casos, alrededor de los seis años de edad, dejarán de sufrirlas.

¿Qué hacer cuando nuestra hija/o sufre pesadillas o terror nocturno?

Tras una pesadilla, los padres deben calmar al pequeño y lograr que vuelva a conciliar el sueño de nuevo. Deben mostrar paciencia, pues tras un episodio de pesadilla, el niño quedará muy intranquilo y podrá tardar en dormirse de nuevo debido a la angustia que ha sufrido.

Los especialistas nos recomiendan seguir estos pasos:

Preparar una silla junto a la cama, pero si el niño lo necesita, sentarse en principio sobre la cama del menor, incluso apoyándose en el cabecero si fuera necesario, para transmitir más seguridad al niño con la cercanía del padre.

Explicarle con voz sosegada que todo ha sido un sueño y que nada ha pasado en realidad, que los papás estaban durmiendo igual que él, y que siempre están atentos a sus necesidades para acudir cuando él los llama.

Poco a poco, irse trasladando a la silla pero de modo que el pequeño siga sintiendo la cercanía y la presencia de la madre o el padre.

Por último, según los especialistas, se debe ir retirando la silla progresivamente hasta que por fin alcance la puerta. Mientras, la voz tranquila y reconfortante del padre o madre, habrá conseguido calmar al pequeño para vuelva a reconciliar un sueño tranquilo.
Si por la mañana el niño recuerda la pesadilla, hay que intentar explicarle por qué ha sido irreal e intentar darle un final feliz a su mal sueño. De este modo, el niño acabará por no sufrirlas o, su reacción ante ellas será más tranquila.

Si estos episodios se repiten con frecuencia, conviene repasar sus vivencias diarias para ver dónde pueda estar la causa.

Cuando el niño sufre terror nocturno, además de acudir a su lado y pese a lo mucho que puede alarmar a los padres, que suelen sentirse impotentes al no poder consolar a sus hijos, una buena táctica  ante un terror nocturno es esperar pacientemente a que pase y asegurarse de que el niño no se hace daño al agitarse. Generalmente los niños se tranquilizan y vuelven a la placidez del sueño al cabo de pocos minutos.

Es mejor no intentar despertar al niño durante un terror nocturno. Esos intentos no suelen funcionar y, en el caso de que funcionen, lo más probable es que, al despertarse, el niño se sienta desorientado y confundido, por lo que probablemente le costará más tranquilizarse y volver a conciliar el sueño. Y al no recordar lo sucedido al día siguiente, no es necesario ni siquiera mencionarles el tema, ya que para él, no ha existido.

No obstante, siempre es aconsejable consultar estos episodios con su pediatra, sobre todo cuando:

·         El niño sufre alguna convulsión durante el episodio, con rigidez o sobresaltos.
·         El episodio dura más de 30 m
·         El niño se muestra angustiado en sus actividades diarias




Fuentes:

Kidshealth from Nemours

https://kidshealth.org/es/parents/terrors-esp.html

Babycenter

https://espanol.babycenter.com/a7400009/terrores-nocturnos-por-qu%C3%A9-ocurren-y-qu%C3%A9-hacer-al-respecto

Asenarco Asociación Española del sueño

http://asenarco.es/terrores-nocturnos/

Muy saludable-Sanitas

http://muysaludable.sanitas.es/padres/sonambulismo-terrores-nocturnos-pesadillas/

Bebes y más

https://www.bebesymas.com/salud-infantil/parasominas-infantiles-terrores-nocturnos-en-los-ninos

MI bebé y yo

https://www.mibebeyyo.com/bebes/salud-bienestar/sueno/pesadillas-terrores-nocturnos-4332


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