Abandonar
el pañal y empezar a utilizar el orinal o el baño, es un gran reto para los
más pequeños de la casa.
Sin
embargo, con la llegada de la primavera y/ o el verano, las mejores
temperaturas facilitan este proceso al evitar enfriamientos innecesarios.
Y
aprovechando el periodo vacacional a continuación damos unas pautas para
llevarlo a cabo:
El
niño no debe vivir el cambio como una imposición. Tampoco tiene sentido el preguntarle
demasiado frecuentemente, si desea ir al orinal. Lo ideal es pautar sus
encuentros y hacerlos rutina. Por ejemplo, sería interesante acostumbrarle a
estar sentado unos minutos en orinal:
- Al levantarse por las mañanas
- Después del desayuno (aprovechando
el momento en que los intestinos se ponen en marcha)
- Tras volver del parque o de la
playa
- Antes de comer
- Antes de ir a la siesta
- Antes de salir de casa por la tarde
- Al regresar del paseo
- Después de cenar
- Antes de acostarse
Fuera de estos momentos rutinarios, podemos decirle al niño que nos avise
si siente que necesita ir al baño.
Debemos recordar, que el control de los intestinos se
suele adquirir antes que el de la vejiga.
Y que por tanto, en la mayoría de los casos, es probable que el niño
siga haciéndose pis durante el sueño. A veces incluso, hasta pasados los 4
años. No debemos darle más importancia de la necesaria.
Recordad siempre que el niño ha de estar
motivado, satisfecho y orgulloso de su
propio reto.
Para nutrir esta motivación, sugerimos premiarle y nunca regañarle.
Incluso cuando existan momentos de regresión o estancamientos por diversas
causas. Tampoco hay que mostrar indiferencia sino animarle en la consecución de
su objetivo. Para ello hay que hacerle comprender siempre desde un clima
familiar tranquilo y tolerante, que abandonar el pañal es algo inevitable y
natural por su crecimiento.
El trabajo personal
que desarrolla el niño con el control de sus esfínteres, es un esfuerzo
que ha de ser valorado. De aquí lo acertado de premiar al niño a modo de recompensa
por su logro. Estos premios, deben ser “pequeñas recompensas”, como por ejemplo
su fruta preferida, una salida a los columpios que más le gustan, etc. Lo
interesante es que el niño reciba como feedback un “tú puedes lograrlo”.
Los papás y mamás, nunca deben mostrarse impacientes por
retirar el pañal al niño. Deben esperar con paciencia a que el pequeño se
encuentre en el momento madurativo más adecuado. Y este es, cuando el niño se
hace consciente de que moja o ensucia el pañal. Este es el momento ideal para
dar la bienvenida al orinal.
CLAVES PARA QUITAR EL PAÑAL:
Momento
para abordar el cambio: El paso de un comportamiento reflejo automático al
control de esfínteres como conducta voluntaria se puede abordar alrededor de
los dos años. Pero tampoco se debe fijar en esta edad, ya que dependerá de la
individualidad de cada niño. Decir adiós al pañal, es un proceso que requiere
tiempo y una adecuada labor educativa. Hay que trabajar la atención, el
lenguaje, motivar el interés por el aprendizaje, instar el conocimiento del
esquema corporal, etc.
Condiciones psicológicas para que el cambio sea un éxito: El
control de esfínteres es el resultado de un proceso madurativo en todos los
órdenes, cognitivo, fisiológico y emocional . Según la Maestra infantil y
Psicóloga: Marisa Moya: “Al ser un acto consciente, exige que el adulto conozca
qué va a pedir, a quién se lo va a pedir y cómo se lo vamos a pedir” (Revista
familia, padres e hijos -2013-).
No hay que olvidar la importancia de respetar los ritmos
de cada niño, así como sus necesidades y sobre todo, el haber adquirido un
desarrollo cognitivo que le permita establecer la comunicación verbal para
comprender y saber utilizar las palabras necesarias vinculadas al control de
esfínteres. Así como su capacidad para imitar, apreciar las sensaciones y
sentirse interesado en su aprendizaje al sentir la conexión de estar “seco” con
la sensación de “ser agradable”.
A nivel afectivo, el cambio va a suponer un gran ejercicio de responsabilidad
y a la vez, de independencia , de toma
de conciencia. Y este hecho, va a tener
que ver mucho con la manera en que el niño percibe que es afrontado por los
padres. Según Moya, “los padres debemos
concienciarnos en: Respetar y valorar su espacio, proteger su iniciativa.
Propiciar las oportunidades para
afrontar el cambio. Si actuamos así, el
niño está preparado emocionalmente porque este es un escalón más en el aumento
de la confianza en sus capacidades”.
Cómo convencer al niño: Los niños de dos años viven en la
contradicción entre la absoluta dependencia del adulto y la incipiente
necesidad de autonomía para poder llegar a alcanzar su individualidad. Su
cotidianeidad discurre entre los impulsos que necesitan satisfacción inmediata,
los afectos, pero también, las prohibiciones externas (control, vigilancia,
censura). En este entorno el adulto
debe convertirse en un gran estratega de la imaginación y la motivación para
hacer del control de esfínteres un reto atractivo y placenteroy no una tarea
tediosa y aburrida.
Algunas recomendaciones:
—Involucra al niño en el proceso, házle partícipe. Se
trata de sembrar cooperación y colaboración, la
imposición a esta edad es un mal recurso educativo.
—Comunícate con él adecuadamente,
interpreta sus señales sin olvidar que su lenguaje no este perfeccionado. Utiliza el mejor lenguaje de
los chicos pequeños, el del juego. Se creativo y ayúdale a canalizar sus inseguridades y temores. Otro gran aliado
es el cuento.
—No
tengas urgencia por poner solución inmediata, utiliza el error como oportunidad
para aprender. Enséñale que lo que importa es la voluntad y el esfuerzo, el
logro no siempre es tener éxito.
—No
pierdas de vista al niño, que su finalidad no le impida reconocer los
sentimientos. Enséñale a reconocerlos.
Recuerda que lo conocido es lo cómodo, vivirá momentos de sentimientos
encontrados (dar gusto al adulto, volver a la seguridad del pañal). Es el apoyo
emocional de los padres el que impulsa y alienta la confianza del niño. Poco a
poco irá ampliando su abanico de respuestas positivas hacia el aprendizaje.
—Mira y mide sus gestos y déjale
clara tu disponibilidad para acompañarle.
Qué cosas NO hay que decir bajo ninguna
circunstancia:
—No
utilices nunca el castigo, es humillante para el niño
—Cuida
el lenguaje para comunicarte con él. Valora siempre lo que hace, no caigas en
la tentación de confundirle. “Un niño que se moja, ha tenido un escape, no
es un niño sucio”.
—Cuando
muestre poca disposición o esté inmerso en un conflicto de ira, no actúes,
espera que remita, no entres en lucha de poder y después dialoga. Recuerda que
un niño que se expresa con rabieta no sabe hacerlo de otra manera. Los padres
sois su fortaleza, dale aliento en los intentos y apoyo en los momentos
confusos, ayúdale a superar las
dificultades, no seas el primero en mostrar desconfianza ni tirar la toalla.
—Evita
las prisas y la impaciencia. Intenta que no afloren ni en lo que dices, no te
muestres exigente.
—Y
recuerda, que la falta de constancia desorienta a los niños.
Cómo hablar al niño: La actitud del educador, el apoyo, las
expectativas y la capacidad que se tengan para transmitir confianza son buenas
actitudes que pueden servir como hoja de ruta para el acompañamiento verbal y
afectivo con el cambio a realizar. Recuerda:
—Ve
siempre con calma, sin prisas pero sin pausa.
—Planifica
con orden y esmero. Busca su complicidad.
—Evidencia
tu disponibilidad generosa y atenta (observar, escuchar, acoger).
—Se
coherente y estable (somos referente y modelo).
—Utiliza
una actitud positiva y comprensiva.
—Ayuda
a ir un poco más allá “la educación para que sea desarrollo debe implicar reto,
el proteccionismo suele ser atrofiante”.
—Muéstrate
siempre accesible, tolerante y firme.
—Es
el adulto el que al principio dota de sentido y razones a lo que el niño hace
“desde lo sensoriomotor a lo intelectual
y la reflexión” Según Moya.
Se acerca la fecha de comenzar el colegio y aún no hemos
conseguido un buen control de esfínteres. Si no se ha logrado, no se debe
forzar al niño, el aprendizaje debe ser un proceso motivador, satisfactorio y
placentero.
Los colegios deben dar una respuesta adecuada a la
diversidad de ritmos en el desarrollo.
Las ventajas de retirar el pañal a simple vista, es
la comodidad, pero supone mucho más: en este proceso de aprendizaje el niño
sentirá mayor bienestar y seguridad. «Dar el margen de confianza a un chico en
el momento adecuado no es solo una apuesta por un niño sin pañales, es un
escalón importante en el aumento de la confianza en sus capacidades, tendrán un
chico sin pañales, mucho más colaborador, mucho más hábil… un poco más
autónomo», explica la psicóloga.
Algunos libros que te ayudarán al
trabajo del control de esfínteres:
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